Los líos con la suegra siempre tienen ese toque furtivo. Estas escenas pasan en casas suburbanas tranquilas, con polvos en silencio tras puertas cerradas o roces rápidos en pasillos. Hay un momento tenso en una mesa de cocina, con la falda apenas subida para un polvo rápido de pie. Es un montaje que mantiene la adrenalina a tope.