En medio de una sesión de terapia grupal, el terapeuta descubre una revelación impactante.El suegro de los pacientes llega, incitando un acalorado intercambio.La suegra se une, lo que lleva a un encuentro caliente entre ella y el terapauta.
En medio del santuario de una sesión de terapia, un terapeuta bien intencionado se encuentra navegando por una compleja red de dinámica familiar.El grupo comprende a tres mujeres, cada una con luchas únicas, y el terapeútico está decidido a desentrañar sus problemas.A medida que se desarrolla la conversación, las mujeres se desvían gradualmente del curso, su conversación se vuelve cada vez más acalorada e íntima.La terapeutica, inicialmente desconcertada, se encuentra arrastrada al ambiente cargado.Ya no es solo una consejera; es una participante, participando en un encuentro caliente que empuja los límites de la conducta profesional.La habitación, una vez un lugar de sanación, se transforma en un lecho caliente de pasión, a medida que la terapeutista sucumbe a sus impulsos primarios.El encuentro la deja enrollada, pero vigorizada.La pregunta persiste: En un mundo donde los límites se dibujan la línea entre terapia y placer?.