Me di el placer de sí misma, admirando a mi amante la belleza en la cama.Mi mano se movió rítmicamente, perdida en el éxtasis, hasta que una figura familiar se unió a mí, lo que se sumó al erotismo.Alcanzamos nuestro clímax juntos, nuestros cuerpos se entrelazaron en la dicha.
En medio de admirarla me vi superado con un deseo intenso.Quedé embobado por su belleza, sus curvas y su forma de moverse.La vista de ella en la cama, tan vulnerable pero tan seductora, fue demasiado para resistirme.Mientras me tumbaba a su lado, mi mano lentamente comenzó a explorar el pulso palpitante entre mis piernas.La sensación de placer recorrida a través de mí, amplificada por la vista de ella.Cada roce, cada golpe, era un testimonio del deseo crudo y primario que me consumía.La habitación resonaba con mis gemidos sin aliento, una sinfonía de placer que solo se intensificaba cuando alcanzaba mi clímax.La vista, la sensación de mí mismo, todo se borraba unido en una neblina erótica y nebulosa.Y mientras me recostaba allí, gastada y satisfecha, sabía que esto era solo el comienzo de nuestra pasión compartida.